AMOR Y SEXO

Existen tres sistemas cerebrales en el ser humano que evolucionaron a partir del apareamiento y la reproducción. El primero es el impulso de gratificación sexual, el segundo es al amor romántico o enamoramiento eufórico y el tercer sistema es el apego, esa sensación de calma y seguridad que podemos sentir con una pareja a largo plazo. Estas son las conclusiones a las que llegó la antropóloga y bióloga Helen Fisher después de 30 años de investigación sobre el amor romántico.

El impulso sexual evolucionó para que al final podamos enfocarnos en un solo individuo a la vez y de esa forma conseguir más tiempo y energía para el apareamiento, el apego aparece para que se consolide la pareja sexual y se pueda criar en equipo a la descendencia.

Cada una de las emociones de estos tres circuitos cerebrales posee sus correspondientes mediadores químicos en el cerebro, en el caso concreto del sentimiento de la atracción amorosa o enamoramiento, existe una relación directa con el incremento de la dopamina, un neurotransmisor  que sería el responsable de síntomas como euforia, energía, insomnio y reducción del apetito. Estos tres sistemas emocionales a lo largo de la evolución humana se han ido independizando entre sí, este modelo evolutivo divergente ayudaría a explicar porque los seres humanos pueden sentir simultáneamente: Apego hacia una persona, enamoramiento por otra y atracción sexual (sin atracción romántica) por otra diferente.

Según la investigadora el amor romántico no es una emoción, sino un impulso originado en el motor de la mente y es incluso más poderoso que el impulso sexual, es un poderoso sistema cerebral quizás uno de los más poderosos de la tierra.

Debido a que el amor romántico se caracteriza por la individualización y la exclusividad del objeto amado la evolución se asegura que este deseo permita el apego y la crianza de los futuros descendientes. Para entender la fuerza que posee el amor romántico si observamos la parte del cerebro que se activa cuando nos enamoramos es la misma que cuando se tiene un subidón de cocaína, así podemos comprender como este propósito darwiniano a través de nuestra biología ha hecho posible que sigamos aún hoy en día existiendo, la pulsión amorosa por tanto se erige como el motor principal para el apareamiento en nuestra especie.