AUTOESTIMA

Ser es nuestro derecho constitutivo pero al nacer no somos conscientes de nuestra legítima condición, debido a nuestra simbiosis inicial con el medio en el cual crecemos, no podemos percatarnos de nuestra propia existencia como entes autónomos. Emergemos en un entorno afectivo que nos permite desplegar todo el potencial que albergamos, esta inmersión inicialmente indiferenciada dentro de nuestro ámbito familiar, va a forjar nuestro carácter y nuestro sentimiento de valía personal.

Somos como nos han mirado, la influencia de nuestros predecesores es decisiva cuando nos estamos formando, si los afectos que recibimos nos nutrieron podremos configurar una imagen constructiva de nosotros mismos, si en cambio fuimos amados de una forma disfuncional, no podremos enfocar de una forma clara quien realmente somos. 

Siempre sentiremos debido a la insuficiencia de sustento emocional que estamos incompletos y buscaremos fuera de forma compulsiva como encontrar nuestro sentido de autovalía. Nuestra individualidad nos confiere el derecho de tomar decisiones, pero cuando nuestra autoestima esta mermada, al consentir, podríamos estar negando nuestra propia esencia, dejando que lo que deseamos realmente siempre quede relegado en un segundo plano. Cuando desplazamos nuestros afectos al mundo objetal y nos enamoramos, esto nos permite por un tiempo solventar el vacío que percibimos, al creer nuestra pareja en nuestro valor, es a través de su mirar que podemos al fin sentirnos íntegros, pero cuando se acaba el amor nos encontramos desvalidos apareciendo de nuevo la carencia.

Encontrar a quien amar se convierte en una necesidad compulsiva para lograr evitar la angustia de la insuficiencia, nos aferramos tanto, que la pérdida de la relación nos deja devastados.

Es crucial entender que no existe ninguna merma real en nuestra valía personal, quizás recibimos un mensaje contradictorio mientras crecíamos, proyectado por nuestro entorno con mucho poder a través de los años, solo son capas de creencias incorrectas, con las que nos hemos identificado y actuamos subestimándonos debido al desconocimiento de nuestro propio mérito.

Desactivar el sentimiento de menosprecio es posible cuando empiezas a amarte de la forma que te corresponde, tu autoestima no depende de ninguna circunstancia externa, nadie puede darte tu valor intrínseco, ni siquiera tus progenitores. Es a partir de aquí que podrás empezar a amar de verdad sin sacrificar nada de ti mismo, sin tener que renunciar a lo que realmente eres a cambio de gratificación, cuando nos amamos sin condiciones, estamos preparados para poder dar de la misma forma y afirmar en nuestra realidad nuestra lícita y hermosa individualidad.