DESARROLLO DE LA LIBIDO

A medida que vamos adquiriendo años de vida y asimilando en nuestro psiquismo todas las leyes físicas que delimitan nuestras posibilidades de desarrollo, se forma nuestra energía libidinosa, regula toda nuestra actividad instintiva que tiene por objeto la consecución del placer y sigue una evolución a partir del nacimiento hasta su desarrollo emocional completo.

La libido progresa en etapas y es el aspecto psíquico de nuestro instinto sexual pulsional, cuando este aspecto psíquico cobra consciencia, deja de ser instintivo e inconsciente. 

Esta energía que nace de los instintos se expresa a través de la razón, por lo tanto, se manifiesta a caballo entre la bestia y nuestro juicio, deformada por nuestros instintos agresivos produciendo un conflicto de difícil solución. Esta colisión en nuestras mentes de dos fuerzas enfrentadas, por un lado la manifestación compulsiva de nuestros instintos y por otro nuestro intelecto, nos conducen irremisiblemente a la neurosis.

Al sentirnos seres totalmente racionales pensamos que nuestros instintos no tienen ninguna fuerza en nuestra psique, pero nos equivocamos, seguimos arrastrándolos y conforman uno de los principales padecimientos y desafíos que tenemos que encarar, los procesos  automáticos e inconscientes gobiernan la mayor parte de nuestras vidas aunque nos disguste enormemente admitirlo.

El estadio evolutivo actual de la psique humana vive en esta condición, en un intento fallido por controlar lo interno, lo vemos expresado en una sociocultura enferma que refleja la verdadera realidad del estado psíquico individual. La parte cortical de nuestro cerebro donde habita nuestro raciocinio debería con el tiempo poder predominar totalmente sobre la más visceral, este es un desafío para la evolución de nuestra especie. La consciencia surgió como una chispa en la naturaleza más instintiva, debemos creer que su poder de transformación conducirá a nuestras mentes, a adquirir la lucidez necesaria, para proteger en un futuro próximo, a nuestra raza de la ambivalencia que aun persiste entre la bestia y la razón.