LA CONSCIENCIA: DESPERTAR A UNA REALIDAD MAYOR
Nosotros los humanos como pequeñas individualidades sintientes, formamos parte de un sistema que evoluciona conjuntamente dentro de una gran red de interacción, al experimentar dolor o tristeza sin embargo nos vemos confrontados con nuestra propia soledad, alienados en una existencia que se nos presenta hostil y desafiante. En estos momentos críticos, poder conectar con lo que somos, una consciencia que forma parte de un Gran Sistema, nos recuerda que nada permanece aislado ni desconectado del resto.
Esta consciencia individual refleja el patrón de lo absoluto, nuestra Realidad Mayor, somos un elemento individual de un gran diseño fractal que contiene los modelos para definir la totalidad.
Nuestra perspectiva limitada y local no ve el panorama, no divisa la gran obra de la que formamos parte, nuestro sufrimiento aparece por el sentimiento de desconexión que padecemos cuando nos encerramos en nuestros caparazones individuales y el miedo por sobrevivir nos hace egoístas y desconsiderados. La capacidad de amar es inversamente proporcional al ego y al miedo que nuestro Ser contiene, la humildad y la compasión es lo que queda cuando el ego desaparece siendo el amor el resultado final, un éxito merecido en la evolución de nuestra consciencia.
Un individuo equilibrado comprende que forma parte de una consciencia unificada y es productivo para el Gran Sistema de Consciencia o Ecosistema, está consciente de estar interactuando con un todo por lo tanto lo cuida como a sí mismo.
El amor se revela como nuestro propósito evolutivo, debemos salir de nuestras limitaciones superando nuestros miedos, desarrollando una percepción más amplia sobre la naturaleza y el sentido de la vida, esta visión amplificada mejora la calidad de nuestra consciencia y fomenta nuestra capacidad de entrega. Nuestro Dios mora en este absoluto del que formamos parte, el miedo es solo un espejismo que nos confunde y constriñe, la realidad última es simplemente un acto amoroso, la única energía constructiva que posibilita la continuidad de todo el entramado de la existencia.