DETRÁS DE LA ANOREXIA
Crecer significa estar sujeto a una serie de cambios que nos convierte en algo diferente, dejando atrás la niñez, nuestros cuerpos cursan con un proceso de metamorfosis, esculpiendo un nuevo ser que se inicia a la vida adulta. Este tránsito por la pubertad no está exento de dificultades, nuestro psiquismo debe poder asimilar este proceso de maduración que nos prepara para nuestra autonomía.
Cuando nos quedamos aislados en esta fase de desarrollo sin poder razonar que nos está pasando, pueden aparecer trastornos como los que acontecen con los desordenes alimenticios. En este periodo nuestros cuerpos son la diana perfecta para representar todos nuestros conflictos internos, es cierto que nuestra sociocultura, presiona con un ideal estético haciéndonos exigentes con nuestro aspecto físico, pero cuando se producen desordenes como la anorexia o la bulimia, debemos hablar de patologías muy serias, donde hay que actuar sin dilación.
Necesitamos entender que demandas hay detrás de cada acto de rechazo o compulsión por comer, descifrar que valor simbólico adquiere para nosotros el destrozar nuestros cuerpos, en un acto autoagresivo , grito desesperado por un dolor que no sabemos como mitigar.
A través de un intenso análisis debemos descubrir y comprender que procesos en nuestra individuación están siendo bloqueados y que partes de nosotros se niegan o no pueden evolucionar. La simbiosis familiar debe reestructurarse posibilitando la maduración, deshabilitando al púber de las expectativas narcisistas insatisfechas de los progenitores, es decir se debe dejar espacio para que aflore la auténtica personalidad e individualidad, no obstruyendo un proceso que ya es de por si complejo.
La ayuda terapéutica en estos casos irá orientada a que aflore la subjetividad que se encuentra muy soterrada, posibilitando que nuestro Ser se defina, que nuestros deseos configuren la identidad que ansiamos expresar y dejemos de actuar estos anhelos en nuestros cuerpos, despojándolos día a día de su vitalidad.
Los desordenes con la comida son síntoma de una intensa angustia que hay que descifrar, un trabajo de autoexploración que nos conducirá a reencontrarnos con lo que ansiamos ser pero que por alguna razón no puede manifestarse.