IDEAL DEL YO
Cuando buscamos entender cómo se formó nuestra autoestima debemos retroceder en el tiempo y revisar un tipo de introyecto psíquico adquirido en nuestra temprana edad al que Freud acuño como Ideal del Yo, allí encontraremos todas nuestras adquisiciones psíquicas de valor, en referencia a modelos o patrones paternos, de nuestros educadores y en general de toda la sociocultura en la que crecimos.
Este ideal rige toda nuestra actividad desde la sombra, es nuestro “Yo referencia “ que hemos construido con el tiempo y al que intentamos siempre adaptarnos o imitar.
Esta instancia psíquica se formó en nuestra niñez y funciona en nuestra mente de una forma totalmente inconsciente, es decir no somos conscientes en cada elección que tomamos, en qué grado afecta este modelo que tenemos sobre nosotros mismos. Este ideal de Yo está compuesto por imágenes ambivalentes sobre nosotros, por un lado encontramos todas las imágenes positivas recibidas por todo el cariño nutritivo de nuestros progenitores y cuidadores y por otro lado las imágenes de inferioridad generadas por las muestras de rechazo percibidas.
Somos mucho más complejos de lo que pensamos y esta incorporación simbólica de todas nuestras relaciones externas nos da una significación pero nos aleja de nuestra verdadera esencia.
A través de un proceso de análisis o autoconocimiento con el tiempo podremos vivenciarnos al margen de una imagen creada de deseos y expectativas familiares. Es importante entender que si nos quisieron y no proyectaron sus frustraciones sobre nosotros podremos con esta imagen que tenemos idealizada de nosotros mismos funcionar, pero si no nos quisieron y proyectaron todas sus frustraciones sobre nosotros, el resentimiento, la culpa y la inferioridad marcarán nuestra vida.
Desechar este programa automático que impide que seamos felices y productivos es un paso necesario cuando la disfunción nos inmoviliza. No poder liberarnos de este entramado de creencias, que se constituyeron en referencia a terceros, quiere decir que jamás podremos contactar con lo que somos realmente, solo con lo que creemos ser, modelado en un pasado remoto.