LA PROYECCIÓN

Es habitual sentir en secreto que los demás siempre son los que nos agravian, son los que están equivocados, los culpables de que nuestro mundo no funcione como debería, pero cuando analizamos las situaciones desde una mirada más profunda y desde la información que nos puede brindar un auténtico método de autoconocimiento, vemos que en multitud de tesituras estamos utilizando un mecanismo de defensa psíquico que se llama proyección.

Proyectamos de forma totalmente inconsciente, donde atribuimos a otras personas los propios motivos, deseos o emociones, es una forma de ocultación de parte de nuestra vida psíquica y es una consecuencia directa de la sanción o censura interna ante temores, frustraciones e incluso conflictos no resueltos.

Este tipo de mecanismo puede dar lugar a comportamientos poco adaptados que dificultan la convivencia enormemente, todos proyectamos en mayor o menor medida, pero hay proyecciones verdaderamente patológicas que cuando son excesivas pueden ser peligrosas para la integridad psíquica. Esto sucede cuando tenemos un yo muy débil o escindido, que esta alienado de la realidad, al proyectar nuestras propias ideaciones fuera, se convierten en delirios, como los de grandeza, omnipotencia o persecución. Pero sin llegar a estos extremos tan disfuncionales, el mecanismo es utilizado habitualmente como una dinámica psicológica, que intenta evitar fragmentar la imagen que tenemos autoconstruida sobre nosotros mismos.

Hemos crecido utilizando este mecanismo que nuestra mente ha programado para protegernos, pero esto no quiere decir que sus efectos en nuestra vida no tengan consecuencias, sobre todo a nivel relacional. Proyectar nos dificulta enormemente conectar con las personas que queremos, porque tienen que asumir una carga psíquica y emocional que no les pertenece, y a la larga, la relación siempre se resentirá por el desequilibrio que esta dinámica produce.

Cuando nos comprometemos a desarrollar nuestro crecimiento interno, todos los psicodinamismos defensivos deben identificarse y como consecuencia de ello, fortaleceremos nuestro yo y nuestra representación en el mundo va a poder consolidarse con más fuerza, siendo nuestras relaciones más auténticas y menos disfuncionales. 

Una vez reconocidos todos nuestros temores, deseos y conflictos no resueltos, ya no necesitará nuestra mente, proyectarlos fuera de nuestro sistema, porque estarán asimilados en nuestro psiquismo desde la consciencia y podremos finalmente hacernos cargo de todos nuestros lastres.