MENTE Y PLACEBO

La fe mueve montañas hablar de placebo es hablar de creencias pero ¿Qué tienen que ver las expectativas en la mejoría del dolor o  la curación de una enfermedad? Sabemos que las expectativas y el condicionamiento a partir de experiencias pasadas modelan nuestra experiencia de dolor. El hecho de creer o pensar que cierto tratamiento cura una enfermedad puede instar al cerebro a recurrir a su propia “ farmacia “ inundando el sistema nervioso de neurotransmisores y hormonas medicinales, así funciona realmente el efecto placebo, de hecho todos los estudios farmacológicos deben competir y superar el efecto placebo para poder ser considerados exitosos. El efecto placebo se genera en nuestro sistema a través de las expectativas que se procesan en la corteza prefrontal y en otras áreas corticales y envían señales hasta el tronco cerebral para que se liberen sustancias neuroquímicas, como los opioides, para que contrarresten las señales de dolor que viajan hacia el cerebro.

Es un efecto real que acontece en nuestro cerebro y que nuestra mente pone en marcha a través de lo que esperamos que suceda, las neuroimágenes cerebrales confirman lo que ocurre realmente en nuestro cerebro, cuando el mecanismo de la fe está actuando, estamos hablando de ciencia, de sustancias que viajan por todo el cuerpo para evitar sentir dolor o desarrollar una enfermedad, solo por el poder de una expectativa.

Esta realidad debería hacer plantearnos muchas preguntas sobre la fuerza y la naturaleza de la intención y sobre la interconexión existente entre mente y cuerpo. Debemos considerar que este poder no solo se limitaría a nuestra salud sino que el mecanismo del placebo podría expresarse en todas las áreas de nuestra vida debido a que se manifiesta a través de nuestra intención. Solo es necesario que pongamos toda nuestra energía donde queramos que se manifieste algo concreto, el hecho de esperar sin dudas un resultado positivo, hace que las probabilidades de que se materialice el desenlace esperado en nuestra realidad aumente exponencialmente.

Pero este fenómeno también tiene su contrapartida, en la naturaleza siempre existen las dos caras de la misma moneda, me refiero al efecto nocebo, que a diferencia del efecto placebo, produce consecuencias negativas en nuestro sistema. El hecho de esperar un resultado desfavorable sobre nuestra salud o estar focalizados todo el día en pensamientos nocivos, la zona asociada con la memoria y la ansiedad en nuestro cerebro,  desencadena  una respuesta de dolor en nuestro organismo.

Es por tanto fundamental que aprendamos a intervenir en nuestros procesos mentales, evitando que estén en piloto automático la mayor parte del día, con pensamientos negativos y que controlemos nuestras emociones más disfuncionales, nosotros tenemos la capacidad de dirigir nuestra vida, incluso en los niveles más sutiles de nuestro sistema, como nos demuestra el efecto placebo. Nuestra intención se comporta como un láser de precisión que afecta sin error alguno donde se enfoca, si incrementamos las expectativas positivas en nuestro día a día, seremos testigos como nuestra realidad se transforma debido a que nuestro cerebro así lo cree.