RESENTIMIENTO: EL ENEMIGO SILENCIOSO
La salud es el estado de bienestar que poseemos cuando nuestro cuerpo tiene estabilidad en sus procesos y condiciones internas y la incapacidad de mantener ese equilibrio en nuestro sistema es lo que nos acerca a lo que denominamos enfermedad. Los detonantes de nuestros procesos de pérdida de salud, habitualmente se relacionan con causas externas hostiles, pero debemos ser conscientes que los peores enemigos para la estabilidad sistémica pueden estar acechando desde el interior. Estos enemigos internos son algunas de nuestras propias emociones, a las que nuestro cuerpo responde todo el tiempo con síntomas físicos, un caso extremo lo encontramos en el Síndrome de Takotsubo, que simula un infarto en nuestro cuerpo después de una emoción intensa y guarda relación con las catecolaminas secretadas durante una excitación emocional descontrolada, donde el cuadro clínico es muy similar a un infarto de miocardio convencional.
En los últimos 25 años las investigaciones en este campo han confirmado que la interacción entre el psiquismo, el sistema nervioso central y el organismo es mucho más compleja y dinámica de lo que se pensaba; y que los sistemas inmunes, endocrino y nervioso comparten un lenguaje común actuando coordinadamente en el mantenimiento de la homeostasis y la defensa.
Pero aún vemos en la actualidad falta de atención e importancia sobre el papel de las emociones que son generadas en nuestro organismo, lo que ha contribuido a crear un estigma alrededor de las enfermedades psicosomáticas. Una emoción como la rábia libera en nuestro cuerpo cortisol y diversas hormonas implicadas en procesos estresantes, estas sustancias químicas son muy beneficiosas para que podamos enfrentar peligros concretos, especialmente en circunstancias donde nuestra vida corre peligro. Pero cuando estas sustancias están constantemente fluyendo por nuestro cuerpo debido a estar lidiando sin tregua con circunstancias estresantes, miedo, ansiedad crónica y resentimiento se convierten en un peligro, enfermando nuestro cuerpo. La rabia puede ser una descarga emocional momentánea pero cuando esta rabia, es sustentada a través del tiempo dentro de nuestro sistema por el resentimiento, nos debilita lentamente destruyendo nuestra salud.
Las emociones intensas tienen el poder de movilizar químicos instantáneamente en nuestro cuerpo pero ¿Que sucede a largo plazo en nuestro sistema con emociones menos intensas, pero no por ello menos peligrosas, como el resentimiento?
El resentimiento es un enojo reprimido que nos deteriora en primer lugar psíquicamente, se trata de un estado afectivo que discurre en muchos casos “subterráneamente”, es decir no siempre somos conscientes de la existencia de esta emoción en nuestro interior y puede ser confundida por los demás según la forma en que sea expresada al exterior. Con el resentimiento también nuestro estado físico es dañado silenciosamente y si persistimos en el tiempo con este mismo tipo de emociones, nuestro cuerpo se irá debilitando paulatinamente. El resentimiento se instala en nuestro interior por la imposibilidad de olvidar y perdonar, de dejar ir un agravio que nos infligió mucho dolor en un pasado, pero de lo que no nos damos cuenta, es que no dañamos al causante de nuestro dolor, sino que mediante el resentimiento nos dañamos a nosotros mismos. Cuando se enquistan este tipo de emociones en nuestro interior, ponemos a todo nuestro cuerpo en un estado de toxicidad alta, debido al desbordamiento de nuestro sistema adrenal y al mal funcionamiento de nuestro sistema inmune, produciéndose como desenlace final la enfermedad, cuanto más vivimos en el resentimiento y la ansiedad menos efectivo será nuestro sistema de defensa.
El primer paso para liberarnos de este proceso tan debilitante para nuestra salud, es tomar consciencia a través de un análisis o autoanálisis, qué emociones están estancadas en nuestro sistema, para poder removerlas o transformarlas en emociones más constructivas.
El perdón, uno de los sentimientos más poderosos que existe, es el antídoto natural contra el resentimiento y nos permite transmutar todo el sufrimiento y la enfermedad contraída en una aceptación serena del pasado, rebajando el nivel de tensión interna. También nos permite dejar de ser una víctima pasiva e impotente donde el resentimiento nos había confinado, debemos abrazar el perdón como una oportunidad para seguir adelante y permitir que nuestro amor fluya en nuestro sistema libremente. Es cierto que los estados emocionales negativos sostenidos pueden favorecer la enfermedad en nuestro sistema, pero en contrapartida podemos incrementar los estados emocionales de alta frecuencia como el amor, la compasión o la misericordia que pueden ser generadores de salud permanente. Pongamos nuestro estado emocional al día con una introspección profunda, si encontramos emociones como la ira o el resentimiento, escuchemos también a nuestro cuerpo que tiene que decir al respecto.