Nuestra sociocultura que rige los dictámenes de cómo pensamos y sentimos nos ha hecho esclavos del rendimiento,  el valor intrínseco de un elemento solo se mide por la máxima cantidad de beneficio que obtenemos de él. Dentro de nuestra esfera íntima y privada también hemos sucumbido a la tendencia de medir cuantitativamente todos los eventos, [&helli