Lidiar con las profundidades insondables de nuestros afectos es una ardua tarea, preferimos situarnos en nuestra mente concreta donde nos sentimos seguros, podemos razonar y analizar, pero desentrañar los contenidos de nuestro mundo afectivo lleno de emociones ambivalentes, a veces nos consterna. Emotividad no vivida pero si sentida con una carga pulsional