TRAUMA Y RESILIENCIA

Todos experimentamos en nuestro devenir diario innumerables contingencias algunas de ellas muy desafiantes que pondrán a prueba nuestra integridad psíquica, la aptitud que poseemos para formar nuevos recursos internos que nos ayudan a superar estas situaciones límite se llama resiliencia.

Ante circunstancias realmente traumáticas necesitamos de un gran esfuerzo de adaptación para poder salir indemnes de ellas, esta capacidad de superación no es innata, no está programada en nuestros genes como el instinto de supervivencia, sin embargo la podemos desarrollar a lo largo de nuestra vida.

Tenemos un potencial transformador en nuestro interior que nos dota para la creación de condiciones psíquicas nuevas, con las cuales poder enfrentarnos con éxito ante situaciones traumáticas que sobrepasen nuestra capacidad de actuación.

El mecanismo neurobiológico implicado en la resiliencia es la plasticidad neuronal que permite la adaptación de las funciones cerebrales frente al estrés y nos permite enfrentar el caos, el desarrollo resiliente es algo más que superar momentos adversos, se trata de reconfigurar esquemas internos eficaces, de construir recursos nuevos psíquicos que antes no poseíamos que nos permitirán afrontar el dolor y las pérdidas.

Para desarrollar resiliencia y  poder sobrevivir a las experiencias devastadoras necesitamos transformar todo el daño contraído, en una fuerza productiva que nos impulse a  rebrotar de nuevo, fortalecidos no disminuidos de toda la aflicción que hemos vivido.

Simbolizado por la metamorfosis que experimenta el ave fénix resurgiendo de sus propias cenizas, vemos como sí es posible volver a concebirnos con más fuerza a pesar del trauma.

En este proceso es de vital importancia contar con un vínculo afectivo que nos ampare o una conexión significativa puede ser suficiente para poder manejar las demandas desbordantes tanto externas como internas, la ayuda terapéutica puede proporcionar el soporte necesario que se precisa en estos casos, impulsando la reconstrucción de nuestro comportamiento vital y la curación de las heridas.

Las crisis que debemos enfrentar representan un riesgo para nuestra integridad pero también implican una oportunidad de crecimiento y desarrollo.

Todos podemos desafiar nuestras limitaciones ya que poseemos un gran potencial evolutivo en nuestro interior, el dolor nos insta a ir más allá de nuestros condicionamientos y nos empuja a descubrir que poseemos la capacidad necesaria en nuestro interior para rescatarnos de la desolación y la destrucción que pueden sobrevenir en nuestras vida.

Una vez descubierto este magnífico potencial que llevamos dentro, solo nos queda un paso más por recorrer que es aprender a confiar en nuestros recursos internos poniendo toda nuestra intención y energía en desbloquear nuestras creencias limitantes. La mayoría de este tipo de contenido mental es inconsciente, pero tiene una gran influencia en nuestras conversaciones internas y puede llegar a ser una gran resistencia para que los resortes internos de superación puedan activarse.