LAS EXIGENCIAS EN EL SEXO BLOQUEAN

Nuestro instinto sexual lleva millones de años perpetuando la raza  y se activa  biológicamente a través de hormonas específicas de forma automática, de hecho la excitación sexual no se puede producir a voluntad. Pero para los seres humanos la única finalidad de la sexualidad no es la procreación sino también la obtención de placer y aquí es donde nuestra mente racional puede complicar el panorama al introducir en esta ecuación la emoción.

Las pulsiones instintivas que parten de nuestro cerebro más antiguo encuentran en nuestra parte racional un muro infranqueable que produce una disociación en nuestro sistema difícil de reconciliar.

Cuando nuestra mente se centra exclusivamente en enjuiciar nuestra actuación sexual nuestra satisfacción generalmente suele desaparecer, la erección del pene y la lubricación de la vagina  son gobernados  por el sistema nervioso autónomo, las exigencias, las órdenes no funcionan. La ansiedad generada por las imposiciones produce que los reflejos fisiológicos normales no se originen, debemos erradicar las relaciones sexuales bajo presión.

La sexualidad debe desplegarse libre y espontáneamente para que sea placentera, el temor al fracaso es el castrador más importante que existe en nuestras relaciones, ante la frustración no debemos sentir culpa o temor, solo conseguimos bloquear más nuestro organismo entrando en una dinámica de difícil solución.

Lo que pensamos y sentimos interfiere enormemente en nuestras sensaciones eróticas y en la calidad del sexo que tenemos, la ansiedad que percibimos en nuestras relaciones sexuales centra totalmente la atención en nuestro cuerpo y en como controlar la situación provocando que se instaure la disfunción. Hay que romper con este patrón que nos mantiene limitados y entender que ansiedad y placer son enemigos irreconciliables, debemos desconectarnos de la programación mental y permitir que las sensaciones fluyan autónomamente ellas nos conducirán al placer que tanto ansiamos.